Home > Memorias > Anexo 4. Inteligencia emocional y patinadores

Anexo 4. Inteligencia emocional y patinadores

Artículo publicado por la profesora Carmen Álvarez, licenciada en Pedagogía y diplomada en Educación Física por la Universidad de Sevilla

www.oxfordmagazine.es

¿Qué es la inteligencia emocional?

La inteligencia emocional es la capacidad que tiene una persona para conocer sus aspectos internos (sentimientos, emociones, motivaciones, intenciones) para controlarlos y usarlos de modo eficaz (VV.AA., 2007).

Goleman (1996) mantiene que todas las emociones son, en esencia impulsos que nos llevan a actuar, programas de reacción automática con los que nos ha dotado la evolución. En los últimos años el sistema límbico se ha usado principalmente para referirse a las áreas del cerebro relacionadas con la emoción y las vías que las interconectan. El hipotálamo y el tálamo son las estructuras del cerebro responsables de llevar a cabo respuestas emocionales integradas, proporcionando a la corteza cerebral la información requerida para poner en marcha los mecanismos cerebrales de conciencia de la emoción. A medida que ascendemos en la escala filogenética que conduce de los reptiles al mono Rhesus y desde ahí hasta el ser humano, aumenta la masa neta del neocórtex (región formada por células cerebrales situada encima de la corteza, que planifica, comprende lo que se siente y coordina los movimientos), un incremento que supone también una progresión geométrica en el núcleo de interconexiones neuronales.

Cuanto mayor es el número de tales conexiones, mayor es también la variedad de respuestas posibles. El neocórtex permite, pues, un aumento de la sutileza y la complejidad de la vida emocional. El número de interconexiones existentes entre el sistema límbico y el neocórtex es superior en el caso de los primates al del resto de las especies, e infinitamente superior en los seres humanos. Este dato explica el motivo por el cual somos capaces de desplegar un abanico mucho más amplio de reacciones y de matices ante nuestras emociones.

Desarrollo de las dimensiones de la Inteligencia Emocional

AUTOCONOCIMIENTO

Es el conocimiento de las propias emociones, sentimientos, deseos e intenciones. El autoconocimiento permite conocer nuestras habilidades y tener confianza en uno mismo.  Nos permite orientar nuestra toma de decisiones y, en consecuencia, asumir responsabilidades. Tres aptitudes emocionales caracterizan el autoconocimiento: la conciencia emocional, la autoevaluación precisa y la confianza en uno mismo. La conciencia emocional nos permite conocer nuestros valores y metas y actuar teniéndolos en cuenta. La autoevaluación precisa nos permite un aprendizaje constante y tener perspectiva de nosotros mismos.

La práctica del patinaje ayuda a la consecución de la autonomía e iniciativa personal en la medida en que emplaza al alumnado a tomar decisiones con progresiva autonomía en situaciones en las que debe manifestar autosuperación, perseverancia y actitud positiva. También lo hace, si se le da protagonismo al alumnado en aspectos de organización individual y colectiva de las actividades deportivas. Mantener el equilibrio para realizar impulsos, frenar en un espacio concreto o girar son decisiones individuales que también afectan a la convivencia vial con otros usuarios.

La enseñanza deportiva se centra en el desarrollo de emociones positivas. Se trata de emociones que proporcionan bienestar psicológico, mejoran la autoestima y redundan positivamente en los resultados académicos, ya que el ejercicio físico es un estimulador del aprendizaje y de la memoria (http://www.youtube.com/watch?v=4aoaUpRajy8).

AUTOCONTROL

Es la capacidad de controlar las emociones. Tener autocontrol nos permite entender que las emociones son señales de aviso ante algún acontecimiento. El no dejar que las emociones nos controlen permite buscar soluciones a las dificultades sin perder la concentración. Las personas con autocontrol adoptan perspectivas novedosas y aceptan riesgos.

AUTOMOTIVACIÓN

Se refiere a utilizar nuestras preferencias para orientarnos y avanzar hacia los objetivos, para tomar iniciativas y perseverar frente a las dificultades. Destacamos de esta dimensión, el compromiso, la iniciativa personal y el optimismo.

EMPATÍA

Es la capacidad de experimentar las emociones que otra persona está sintiendo (Goleman, 2006). En la empatía podemos destacar las siguientes aptitudes emocionales, comprender a los demás, ayudar a los demás a desarrollarse o la sincronía, que nos permite ser capaces de leer instantáneamente los indicios no verbales  de los demás, lo que aumenta nuestra competencia social y nuestras interacciones.

El objetivo es que el alumnado disponga de respuestas socialmente adecuadas para resolver las situaciones conflictivas que se les plantean en la relación con los demás, utilizando esta herramienta en diferentes momentos de su vida cotidiana. El desarrollo de esta dimensión nos permitirá disponer de habilidades suficientes para relacionarnos, cooperar y vivir en sociedad.

HABILIDADES SOCIALES

Son habilidades referidas a manejar las emociones en las relaciones  e interpretar adecuadamente las situaciones y las redes sociales. En esta dimensión destacamos como aptitudes, la comunicación, el manejo de conflictos, el liderazgo, la cooperación y las habilidades en equipo.

Utilizando una metodología activa y participativa favoreciendo el trabajo individual y cooperativo del alumnado contribuiremos al desarrollo de la competencia social. Se fomenta fundamentalmente la empatía y las habilidades sociales a través de las opciones cooperativas. Que los alumnos y alumnas aprendan a comunicarse con los demás y a comprender lo que otros les transmiten es fundamental para formar su dimensión social.

A través del patinaje se potencia una alternativa emocionalmente saludable al sedentarismo y la toma de conciencia de dominar ciertas habilidades que posibiliten la comunicación y la convivencia con los demás. Por otra parte, la inclusión de la vertiente lúdica y de experimentación de nuevas posibilidades motrices puede contribuir a establecer las bases de una adecuada educación para el ocio urbano. Patinar por las zonas peatonales, carriles bicis o parques públicos nos conecta con la vida cotidiana de cualquier ciudadano. El patinador puede mantener un ritmo aérobico para el mantenimiento físico, emplear los patines como medio de transporte o compartir un paseo con otros aficionados.

En definitiva, a medida que avanzamos en la afirmación de la lateralidad, en la experimentación de situaciones de equilibrio o en el desarrollo de nociones espacio-temporales, desarrollamos la inteligencia emocional. De esta forma, el patinaje se convierte en una herramienta válida para ocupar racionalmente el tiempo libre, estableciendo relaciones constructivas con los demás, así como fomentando la asimilación de actitudes relacionadas con el desarrollo sostenible. Saber patinar es un recurso más para un desarrollo personal en la vida diaria de la ciudad.

Descarga las Memorias completas

Leave a Reply